Pedro Tapias:
Desde temprana edad, a eso de los 7 u 8 años empezó su interés por el tambor. Siempre hacía parte de los grupos folclóricos de los colegios donde estudiaba. Estudiando en el Pestalozzi pudo codearse con maestros de la danza de la UA.
Para Tapias, el músico se foguea en los diferentes grupos de música folclórica de la ciudad. De tal manera aprendió, viendo a los grandes tamboreros y sus duelos en los diferentes festivales donde tocaba. “Todos los instrumentos son importantes, pero para mí, el tambor alegre concentraba mucho más relevancia dentro de los tambores. Por eso, el tambor es un instrumento que se debe explorar; es un proceso que merece investigación”, añadió.
Finalmente ilustró como aprende a tocar en Bogotá de la mano de Paulino Salgado “Batata” junto al Ballet de Colombia. Después de 8 años, regresa a Barranquilla y con base en ese conocimiento empieza a tener otra perspectiva de la música folclórica. Armó su grupo llamado Cumbia Caribe, del cual comentaba “tenemos el compromiso de difundir y compartir los conocimientos sobre la música y el tambor”.
Víctor Medrano:
No empezó como músico sino como bailarín, y a sus 7 años hizo parte de los Malibú. Cuando su madre, la cantadora Estefanía Salgado, representa al departamento del Atlántico en Bogotá en un Festival del Bullerenge, él conoce a Paulino Salgado “Batata”, el primer tamborero del grupo de su progenitora. A sus 17 años, Delia Zapata se lo lleva para Bogotá junto con su hermano Teófilo Medrano y empieza su recorrido como músico.
Una de las experiencias que lo marcaron fue cuando su madre se presentó en un concurso de cantadoras. “Ella no tenía tamborero y se presentó a capela, ganándole el concurso a Totó La Momposina. A partir de ahí empecé a darle al tambor”. Su gran ejemplo, aparte de Batata, fue Eugenio Valdez. Éste lo motivo a que iniciara sus trabajos con la música tradicional.
Finalmente, El Docto, como es conocido popularmente, asentía que “tocar no es hacer bulla, tocar es saber tocar, es saber acompañar a la cantadora […] Hay que tener mucho respeto con los tambores, porque hay tambores especiales para gaita, para cumbia y para bullerengue”. Medrano fundó Son Cartagena, agrupación con la cual ganó 5 Congos de Oro en el Carnaval de Barranquilla.
Experiencias metodológicas académicas
Einar Scaff:
Einar Scaff, Licenciado en Música de la Universidad del Atlántico, ha llevado la música de los tambores a la batería, instrumento que interpreta. Asimismo, alude a la necesidad de apoyar la música de tradición en Colombia. Resalta el trabajo del maestro húngaro Ivsban Dely, quien bajo símbolos, buscaba interpretar y comunicarles a sus estudiantes lo que se toca con el tambor. Esta era una grafía diversa para interpretar, la cual sirve de gran ayuda para las nuevas generaciones.
El Ministerio de Cultura ha dicho que se deben crear y difundir las emisoras de música folclórica, pues ya es la hora que esta música tenga la dignidad que se merece. “Creamos nuestros nichos, creamos nuestras emisoras”, apuntaba.
Concluyendo su participación, Scaff decía que la academia y la tradición pueden gestar un mejor futuro para la música folclórica. No se puede apartar ni separar la raíz de la tradición. La academia no se puede separar de esto. Esto ayuda a que nuestra música de tradición tenga impacto.
Julio César Cassiani:
Vinculado al Sexteto Tabalá, inició como bailador. Estudiando en el Instituto Pestalozzi pudo relacionarse con los maestros de danza enseñaban en la Universidad del Atlántico, por ello tuvo la oportunidad de viajar a República Dominicana. Tras una anécdota durante su experiencia en esa isla del Caribe, descubrió que había que tocar y estudiar, pues hay muchas cosas por aprender, diferentes a la música.
Cuando llega a la Facultad Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, empieza a entender el desarrollo corporal que es exigido a los tamboreros, ya que es allí la base para darle ritmo al tambor. También, pensó en hacer una memoria escrita de la música tradicional, lo cual produjo que en 1998 el Ministerio de Cultura lo seleccionara para integrar un proyecto a nivel nacional, en el que se buscaba producir textos que recogieran la memoria escrita de la música tradicional en Colombia. Esto logro que hubiera varios acercamientos a los diferentes dialectos, retratados en materiales y cartillas que publicó el Ministerio de Cultura.
Cassiani puntualizó sobre el desplazamiento que ha sufrido la música tradicional, esto comprobado en el olvido de sus actores y músicos. “El maestro de música tradicional tiene muchas cosas en la cabeza sobre la gente, lo que constituye una formación integral”, anotó.